Cortar un árbol significa acabar con una vida y acortar otras. En esta navidad, según la Asociación Nacional de Arboles de Navidad, se cortarán en el país alrededor de 33 millones de árboles que son usados para los tradicionales adornos en hogares, oficinas, negocios, lugares públicos. Es un negocio, no cabe duda, y como tal, no hay compasión con la naturaleza a la hora de la tala.
No olvidemos que eso sucede en todo el país. Pero en California, solamente durante este año, hasta mediados de noviembre, se calcula que han muerto 102 millones de árboles.
En mayo, cuando el Servicio Forestal de Estados Unidos hizo su cálculo basado en inspecciones aéreas, descubrió que ya habían muerto más de 36 millones de árboles en ese estado, eso quiere decir el doble que los perdidos durante el mismo período en el año 2015.
Cinco años continuos de intensa sequía en California constituyen la causa principal de este desastre ecológico que afecta de forma inminente a los demás seres vivientes, es decir, humanos y animales. Y la sequía ha traído consigo una epidemia de escarabajos que devora la corteza de los árboles.
El secretario de agricultura de ese estado hizo un llamado al congreso federal para que tome medidas de inmediato, pero los congresistas están muy ocupados con el momento político que vive el país.
Para la prensa, el asunto de los árboles caídos o cortados simplemente no es noticia que merezca destacarse, y el ciudadano común y corriente se limita a remover del camino los chamizos secos que se convierten en obstáculo para la libre movilización, no entiende lo que pasa o no quiere entenderlo.
El año pasado el gobernador Jerry Brown tuvo que nombrar una comisión para analizar qué hacer con los árboles secos que se convierten en otra seria amenaza, especialmente de incendios forestales. Cuando hay incendios no solamente se queman los árboles secos, el fuego arrasa con todo, incluyendo la vegetación verde.
El tema de qué hacer con la naturaleza muerta, se ha convertido en motivo de discusión para funcionarios y ambientalistas, todos aportan ideas de qué hacer mientras el tiempo corre inexorable y el daño aumenta.
Y lo peor, el propio Servicio Forestal de Estados Unidos anuncia, ni siquiera predice, que habrá más árboles muertos en California en el 2017.
¡Qué ironía!, ¡qué paradoja! Los habitantes de California también cortan árboles para la navidad, también los compran en las tiendas para adornarlos con frágiles bolitas de colores, campanitas de cristal, pequeñas imágenes de Santa Claus y muchas luces que realzan el espíritu de la época.
No faltará quien comente que soy alarmante, pero la amenaza es más grave de lo que podemos imaginar. Es una gran tragedia histórica, sin precedentes. Al no existir zonas verdes, el suelo se reseca y la tierra se resquebraja y tiembla. Al no existir bosques, ni árboles abundantes, ni vegetación, el agua escasea y si el agua se agota, la vida también.
Hacen faltas medidas más drásticas para recuperar áreas perdidas, para restaurar la vida silvestre, la flora. Son necesarias campañas más agresivas para que el pueblo tome conciencia.
La emergencia declarada por el gobernador en octubre del 2015 no ha sido suficiente para obtener los recursos necesarios para hacer frente a semejante desastre. Es casi seguro que muchos californianos no lo creen, pero California es un estado donde la naturaleza se está muriendo.
Fuente: http://www.univision.com/
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tu comentario y comparte esta noticia en redes sociales.